miércoles, noviembre 14, 2007

Día 94, miércoles

Definitivamente, no hay nada peor que te dejen, le digo a los amigos con los que me he encontrado de casualidad en un parque cuando saqué a pasear a mi perro, tú puedes terminar con alguien y seguir con tu vida. Pero si te dejan, digo, sosteniendo un vaso de plástico con cerveza que ellos me han invitado, entonces se te acaba el mundo. ¿Qué hubiera pasado con Hitler, Napoleon o Atila si no los hubieran abandonado? Lo que quiero decir es que a todos nos han dejado por lo menos una vez y nos hemos sentido abandonados otras mil. Creo que resulta trágico porque nos remonta al complejo de Edipo, que es lo que motiva la gran mayoría de nuestros actos en esta vida. Pero vamos, si uno abandona a alguien -sé que estoy siendo cruel- por lo general no pasa nada. El abandonado, en cambio, siente que se le cae el mundo. Porque lo han superado. Uno de mis amigos se ríe. Asiento con la cabeza y le doy otro sorbo al vaso de plástico que tengo en una de mis manos. "¿Por eso te has vestido de mujer?", pregunta otro amigo que está sentado bajo un poste de luz, sosteniendo la botella de cerveza de la que me han invitado. Por eso y porque me queda bárbaro, le digo.